Música

Tan Sinfónica como herediana

Gaëlle Sévenier
gsevenier@nacion.com


Al estrenar director, la Orquesta Sinfónica Municipal de Heredia inicia una nueva etapa.

Eddie Mora asumió con entusiasmo la dirección de la Sinfónica Municipal de Heredia. En setiembre dieron un concierto en la parroquia de Barrio Fátima. (Foto: Garrett Britton/La Nación).

Al igual que el capitán de un barco, el director de una orquesta sinfónica necesita tener gran técnica y un sentido exacto del rumbo pues, de lo contrario, saldría del podio violentamente despedido por los vientos.

Eso lo tiene muy claro el nuevo director de la Orquesta Sinfónica Municipal de Heredia, Eddie Mora Bermúdez, y así quedó demostrado el 15 de octubre en el Palacio de los Deportes, en Heredia.

Además:
  • Altar de pentagramas
  • En ese lugar perfecto para un juego de baloncesto, aunque no tan favorable para escuchar música clásica, los 22 integrantes de la Sinfónica se encargaron de que los asistentes olvidaran los problemas acústicos. Desde las primeras notas, la magia atrapó a los 200 presentes, quienes aplaudieron enérgicamente al director y a sus jóvenes músicos.

    Pocas semanas antes, algo semejante había sucedido en la iglesia de barrio Fátima, también en Heredia, donde los parroquianos también se "conectaron".

    Y es que esta orquesta se encuentra en medio de una gran reestructuración. Hace tres meses, tras el fallecimiento de su director, German Alvarado –quien también fue uno de los fundadores–, la junta directiva de la Sinfónica instó a Mora a asumir la dirección del grupo.

    Hombre sin duda carismático, Eddie es violinista y compositor; realizó parte de sus estudios musicales en el famoso Conservatorio Tchaikovsky de Moscú y, tras una década en Rusia, volvió a Costa Rica, donde ha sido condecorado varias veces con el Premio Nacional de Música.

    Ya era tiempo de que esta orquesta se llenara de sangre joven y así está sucediendo. Más de la mitad de los 22 músicos tienen entre 18 y 25 años de edad y acaban de incorporarse a la agrupación.

    "Parte del planteamiento que estoy haciendo", explica el director, "es dar a muchos músicos jóvenes la oportunidad de formarse con un repertorio nacional y universal".

    El violinista Erasmo Solerti tiene 22 años y es una de las nuevas adquisiciones. Estudia violín desde los 7 años, y sigue aprendiendo el arte de tocarlo, ahora en la Universidad de Costa Rica. Su maestro, Eddie Mora, lo seleccionó como solista de la orquesta. "Esta oportunidad va a abrirme muchísimas puertas", confía Solerti, quien espera obtener más adelante una beca de posgrado en Europa. "Es importante que otros jóvenes nos vean en la Sinfónica. Es como abrir un paréntesis cultural", opina.

    Gran parte del público que asiste a los conciertos no está acostumbrado a disfrutar de la música clásica en vivo. Por eso, es válido afirmar que esta Sinfónica Municipal contribuye a la descentralización de las actividades culturales. Justamente por eso, la Municipalidad de Heredia le brinda su apoyo económico.

    El Gobierno también se comprometió a financiarlos, pero no lo ha hecho. En efecto, una ley de 1966 confiere a la Asociación Sinfónica de Heredia un carácter de utilidad pública, y obliga a la Dirección General de Artes y Letras a financiarle "no menos de seis conciertos anuales".

    El presidente de la junta directiva, Rolando Saénz, lamenta que el gobierno nunca cumpliera con esta obligación.

    No obstante, la escasez de recursos no limita las pretensiones de la Sinfónica. Para el 2004, están preparando una serie de 12 conciertos llamada "Iglesias de Heredia". "Esta provincia tiene cantidad de iglesias muy lindas –explica Eddie Mora–; son nuestro patrimonio cultural nacional y constituyen parte de la belleza del lugar. Por eso, en cada templo daremos un concierto diferente, en el que presentaremos un poco de su propia historia".

    Si bien Mora asumió la temporada de su antecesor, el año entrante será él quien defina cuáles serán las presentaciones que darán.

    Está decidido a aportar su grano de arena en el rescate del patrimonio cultural musical de Costa Rica. "Históricamente, la Sinfónica Municipal de Heredia ha tocado mucha música costarricense", sostiene. "Y yo quiero continuar con esa tradición, la de dar a conocer a los propios ticos mucha música que se desconoce".

    Nuevo director, nuevos músicos jóvenes y, por qué no, nuevos espectadoresÖ Imposible negar que la música clásica se está rejuveneciendo en Costa Rica.


    Altar de pentagramas

    William Venegas

    No lo recuerdo exactamente. Fue por los años 60 y resto. Apenas comenzaba a gustar de la música clásica, que luego alguien me enseñó a llamar música académica. Los primeros pasos los había dado en el Liceo de Heredia, de las manos de don Benjamín Gutiérrez como profesor de música, ¡casi nada!

    Por eso me gustaba ir a los ensayos de la Orquesta Sinfónica de Heredia, creada y dirigida por el maestro Germán Alvarado en 1963. Eran en un viejo edificio, de esos que apuñan recuerdos y voces, donde quedaba la escuela Moya, cerca del Parque. Ahí me sentaba a oír melodías interrumpidas por las instrucciones del director.

    Era extraño que un país tan pequeño tuviera una orquesta sinfónica distinta a la Nacional. Había quienes decían que era la misma mona con distinto rabo, porque eran los mismos músicos en distintas orquestas. Luego dijeron que la Sinfónica de Heredia se componía de músicos retirados, majaderías por el estilo.

    En todo caso, mis oídos aprendices se sentían bien la primera vez que oí a esa sinfónica en un concierto, con Tchaikovsky a bordo. El tiempo pasó. Mi vida se fue, en tanto, por otros discurrires. Don Germán murió no ha mucho y quedó su Orquesta, tan sinfónica como herediana.

    Ya ustedes lo saben: la historia camina en espiral y, en algún momento, uno vuelve a encontrarse con el ayer: antaño y hogaño se confunden. Ahora me tocó con la orquesta aquella que oía en la Moya. Esta vez en la iglesia del barrio herediano de mi niñez, donde ya no hay potreros ni cafetales, y los amigos de infancia son abuelos: en Fátima, el pasado 10 de setiembre.

    Con todo lo alérgico que me he vuelto para ir a iglesias, pese a mi pasado de seminarista ensotanado, me resultaba oportuno estar en un templo para oír una renovada orquesta que se presentaba con el nombre más larguito de Orquesta Sinfónica Municipal de Heredia.

    El sueño de don Germán estaba ahí con nuevos bríos en la batuta de un maestro formado en el Castella, en la U de Costa Rica y en Moscú: Eddie Mora. La iglesia estaba llena y los presentes aplaudían con más cariño que academicismo: si la orquesta dejaba de sonar, se aplaudía, aunque don Eddie se mantuviera firme de espalda al público.

    Una muchacha le decía a su papá cuándo aplaudir, cuándo no, y el padre se lo agradecía con una sonrisa cariñosa. Con cierta ceremonia, todos escuchaban la música de Bach, Haendel, de nuestra Rocío Sanz y del propio Eddie Mora: una cantata para soprano y orquesta, según textos de García Lorca.

    Fátima olía a esperanza con músicos muy jóvenes, estudiosos de su arte, metidos con orgullo entre los más veteranos. En la orquesta vibraban muchachas de bellezas ennoblecidas por el arte, más importantes para la identidad nacional que modelitos esbeltos donde un cuerpo es más valioso que un violín.

    Mientras la voz del sacerdote daba gracias a los músicos, una moraleja rondaba el altar mayor: la cultura musical no debe ser privilegio de unos pocos, aunque se rece una pizca menos en las iglesias y, en su lugar, haya más pentagramas.


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