Octubre 2003
|
![]() ![]() |
Las tribus indígenas de Costa Rica, unos 63,000 individuos, son desconocidos por la sociedad costarricense y sufren de discriminación en sus tierras ancestrales. Sociedades en vía de desaparición, los indios de las selvas tropicales aún tienen mucho que enseñarnos. Cuando Christopher Colombos, durante su cuarto y ultimo viaje, en 1502, llegó en lo que se llama hoy las islas de Uvita, en la costa Caribe de América Central, más de 250,000 personas perteneciendo a ocho grupos étnicos diferentes vivían en ese territorio, que se convertirá luego en Costa Rica, país más desarrollado de América Central. En ese país lleno de selva, volcanes y playas de arena blanca, se distingue a tres hogares de población indígena, tanto en la costa Atlántica que Pacifica. El gobierno estableció 24 reservas, con comunidades diferentes en su cultura como en sus idiomas. Los indios viven allí como viven desde siglos, en pequeños grupos dispersados, platicando la caza y la agricultura, fabricando alfarería y trabajando el oro y el jade. Son tribus indianas descendientes de los Mayas y de los indígenas de Amazona. Según datos del censo 2000 de INEC (Instituto nacional de Estadística y censo), por primera vez en la historia se logró identificar la población por grupos étnicos, encontrando que los indígenas representan un 1,7% de la población total del país, es decir, un total de 63.876 personas identificadas como indígenas. A causa de su aislamiento en la jungla costarricense difícil de acceso, los indígenas son hoy día muy poco mestizados, y han guardado su autenticidad. En la región de Talamanca, en la costa caribe cerca de Panamá, algunas tribus Bribris y Cabecares viven aisladas de la civilización, en la jungla profunda. Los indígenas Bribri ocupan generalmente los territorios de baja altitud de la cordillera de Talamanca, en la costa caribe del país, mientras los Cabecars prefieren los sitios aislados de las montañas de la cordillera. Numerosos estudios consideran a los Bribris y Cabecars como una sola misma etnia, ya que mantienen los dos un sistema de clanes muy complejo. Sin embargo, los cabecares, aislados en sus montañas, sufren de menos influencia del progreso que sus aliados los Brisbris. Esas dos tribus tienen como particularidad de ser unos de los raros indígenas de América Central quienes han conservado intactos sus mitos religiosos, transmitido de generación en generación a través de los cuentos de los ancianos. Los cambios culturales y sociales que transformaron a Costa Rica en el país más rico de toda Centro América no han influido sus creencias en su Dios supremo y creador del universo, Sibö. Es en la casa de Sibö que se encuentra el universo. Su techo esta lleno de agujeros, a través de los cuales pasa la luz del día: así se forman las constelaciones. Las casas tradicionales de los indígenas de la región de Talamanca están construidas a la imagen de la casa de Sibö, redondas y altas. Al amanecer, el sol cae de la tierra para dar vuelta al otro lado del techo y entregar luz a las estrellas. Esa visión mística, elaborada mucho antes de Copernic, es una de las raras que evoca un sistema de rotación planetaria. La comunidad de los Diablitos de Boruca vive al otro lado del país, en la costa Pacífica Sur. Eso indios son famosos para su trabajo ancestral del oro, cuales vestigios se pueden visitar en el museo del oro de San José, capital de Costa Rica. Hoy día, los Diablitos son particularmente conocidos por sus "Juegos de los Diablitos," gran fiesta que organizan cada año, del 30 de Diciembre hasta el 1er de Enero. Los hombres de la tribu fabrican durante el año mascaras multicolores de madera, que tienen representaciones simbólicas de la naturaleza en el cráneo. Las mujeres se preocupan de las telas y buscan ingredientes naturales utilizados para la pintura. Durante el "Juego de los Diablitos," los hombres llevan sus mascaras y durante tres días y tres noches, representan en pantomima una lucha hasta la muerte en contra del conquistador español, simbolizado por una mascara de toro. La fiesta se acaba por la cremación del toro vencido, y el repartimiento entre todos los habitantes de Boruca de los pedazos de la víctima. A pesar de sus riquezas culturales y artísticas, los indios de la jungla de Costa Rica viven muy pobres en sus reservas, lo que contrasta mucho con la riqueza del resto de la población costarricense. La mayoría de las casas indígenas, hechas con techo de paja, no tiene electricidad ni agua corriente. Los indios cocinan el arroz, lo que es la base de su alimentación, en hornos de fuego a fuera de las casa. Los niños, vestidos de camisetas y pantalones en gran parte dadas por organizaciones, no tienen mucho acceso a los médicos ya que son aislados en la selva. Muchos sufren de la "lepra de montana," infección de la piel dejando enormes hoyos parecidos a la lepra, tras picadas de un insecto llamado pópalo maya. Además de su pobreza, los indígenas no son muy conocidos por la gente a dentro de su propio país. "Mucha gente piense que los indígenas son atrasados, vestidos con plumas " denuncia Jorge Gonzáles, artesano de la reserva Boruca. "Tenemos que buscar una manera de dar a reconocer que no somos así, y que merecemos respeto a nuestras tradiciones." La mayoría del tiempo, son pequeños grupos de extranjeros quienes vienen a visitar a las comunidades y a compartir sus culturas, explica la madre de Jorge, Feliciana, aunque la mayoría de los nacionales ignoran hasta su existencia. En Diciembre 1977, el gobierno de Costa Rica votó una ley para establecer las reservas indígenas en el país. Esa ley da a los grupos indígenas el derecho de auto gobernarse como comunidad, los títulos de la tierra quedándose en mano del gobierno. Sin embargo, la ley nunca se cumplió. Aunque los indígenas tienen sus propias leyes, por ejemplo es prohibido beber cualquier otro alcohol en la reserva Bribri que la Chicha local hecha con maíz, los años mostraron que nunca fueron maestros de la explotación de sus propias tierras. Compañías bananeras, mineras, petroleas, foresta, nunca dejaron de implantarse en sus territorios durante los 50 últimos años, con el acuerdo del gobierno costarricense. "Esa tierra nos pertenece, es la de nuestros ancestros" denuncia Timoteo Jackson Tita, un anciano de la comunidad Bribri. "Siguen cortando nuestra selva. ¿Que van a hacer nuestros hijos? Los ríos se asquean por la deforestación. Nos hacen daño, y no se dan cuenta del impacto en las generaciones futuras." El gobierno costarricense esta planificando la construcción de un proyecto hidroeléctrico en una parte de las reservas indígenas. Está incluido en ese proyecto gubernamental una re-localización de las tribus, lejos de sus tierras natales. "Nos duele saber que vamos a perder otra vez una parte de nuestros territorios," declara Feliciana Gonzáles, "donde hay nuestros caminos, nuestras sepulturas, nuestros pueblos, todo eso va a quedar abajo del agua." El problema no parece ser el proyecto hidroeléctrico en sí, sino la non aplicación de la ley de auto gobernación de los territorios indígenas. "Ese proyecto forma parte del mismo proceso de dominación que conocemos desde siempre," denuncia Oscar Fernández, representante de la comunidad Cabecar. "No les molesta inundar nuestras riquezas culturales y arqueológicas. Si realizan ese proyecto en las reservas del sur del país, hará jurisprudencia, y van a hacer lo mismo en las reservas Bribris y Cabecares." Los ocho grupos étnicos no disponen de ninguna representación legislativa en Costa Rica. En 1973, el gobierno costarricense creó CONAI, la "Comisión Nacional de Asuntos Indígenas". Los indios parecen unánimes sobre la mala representación de ese organismo estatal. "Los representantes ni son indígenas" explica Oscar Fernández. "Nunca vienen ver a la realidad aquí, ver lo que necesitamos. Nunca han hecho algo para nosotros." Numerosas organizaciones han sido creadas para ayudar a los indios de Costa Rica, y según ellos mismos, no hacen nada más que "caminarse encima." Muchas de las donaciones enviadas a los indios más pobres nunca llegan a destinación. Timoteo, quien habla por los ancianos Bribri, acusa al gobierno de impedirles percibir algunas donaciones mandadas desde el extranjero, el costo de los derechos de aduana siendo demasiado alto para que pudieran ofrecérselo. Los indígenas de Costa Rica tienen muy pocos contactos entre si mismo, lo que incrementa su aislamiento en la sociedad costarricense. Sin embargo, por primera vez, en Septiembre 2003, los representantes de tres grupos indígenas se encontraron en la Finca Educativa de la reserva de Shiroles, en Talamanca, durante el Festival de Arte Nacional de Limon donde habían sido invitado, por primera vez igualmente. Gracias a la organización "Reencuentro con la Madre Tierra, tres comunidades, los Diablitos de Boruca, los Bribris y los Cabecares, pudieron presentarse mutuamente sus bailas, cantos, artesanía y tradiciones. Pudieron también asistir a representaciones artísticas del país, ya que los organizadores del Festival habían entregado hasta la reserva grupos de danza y de teatro. Todo un grupo de Borucas viajó más de 12 horas en bus para llegar a la finca de la reserva Bribri donde se desarrolló el evento. "El festival y el convivió entre Talamanca y Boruca es para dar a conocer nuestras tradiciones al país" afirma Jorge Gonzáles. "Pero eso se hace una vez. Tenemos que seguir con eventos así." A ese convivió intercultural se añade otra innovación en la comunidad indígena del país. Recientemente, se inauguró el Colegio Académico de Sepecue en Talamanca, primer colegio indígena con un patronal y un cuerpo profesoral indígena. Las materias básicas serán enseñadas como en cualquier colegio, pero a parte de eso se enseñarán clases propias a la zona: los idiomas bribri y cabecar, la educación ambiental, la artesanía y la música indígena A toda una generación de indígenas le daba vergüenza hablar sus dialectos, ya que era percibido por los maestros como prueba de mala educación. "En el colegio de Sepecue, si un niño no entiende porque no habla bien el español, se le atiende en bribri," explica el sub- director del colegio. "Con la inauguración de nuestro colegio podemos servir de ejemplo de lucha indígena en el país, con práctica, no teorías." A pesar de eso pasos adelante, los indios de Costa Rica siguen teniendo un largo camino adelante antes de ser reconocido y respectado en sus propios territorios. Durante una presentación teatral del grupo "Metamorfosis", del Festival Nacional de las Artes, el anciano Timoteo, vestido de un traje tradicional, se exclamaba en Bribri, traducido por un joven de la tribu: "Ya es tiempo para nosotros indígenas de poner nuestra mano en nuestro corazón y hablar solamente un solo idioma, el que dice: "no maltratan más a los indígenas. No maltratan más a nuestra selva y a nuestra tierra."
|